El 25 de mayo de 2012, la Embajadora Laura Faxas y el Ministro Consejero Miguel Ceara, participaron en París en el IV Foro Internacional Económico de América Latina y el Caribe organizado por el Centro de Desarrollo de la OCDE en coordinación con el BID y el Ministerio de Economía Francés.
Este año, el Foro reunió a líderes del sector público y privado de la región para analizar el impacto de la crisis internacional, el rol de México en la presidencia del G-20 y las reformas pendientes. La apertura del evento estuvo a cargo de la Presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla y contó con la participación del Primer Ministro de St. Kits & Nevis, Denzil Douglas ; la Directora Ejecutiva de NU Mujer, Michelle Bachelet ; el Presidente del BID, Luis Alberto Moreno ; el Presidente del Consejo Empresarial Latinoamericano, Juan Gilberto Marín Quintero, el Ministro de Finanzas de Chile y reconocido catedrático, Felipe Larraín ; entre otros.
La primera sesión, América Latina y el Caribe y el G20 en el Panorama Macroeconómico Mundial, abordó los retos fundamentales de la región. La presidenta de Costa Rica presentó los éxitos del modelo costarricense, subrayando el rol que juega la educación en asegurar que los países escalen en la cadena de valor. Por su lado, el Ministro de Chile de Finanzas y catedrático de Harvard indicó que se deben diseñar posibles respuestas a lo que sería una desaceleración de la región producto de la contracción de la demanda mundial. En este sentido valoró de manera positiva la creación de fondos de estabilización fiscal que permitan minimizar el impacto de los choques coyunturales en las cuentas fiscales.
En la segunda sesión, Reforzando la Agenda de Reformas en América Latina, se realizaron dos paneles. En el primer panel se abordaron los desafíos de la competitividad y de la productividad en la región, subrayándose la necesidad de tomar en cuenta la dimensión de los países en este ejercicio. El segundo panel, se concentró en debatir la el rol del Estado en la distribución de la riqueza, reconociéndose que, independientemente de la ideología de un Gobierno, los estados necesitan distribuir el crecimiento. Todos los participantes estuvieron de acuerdo que la emergencia es el peor enemigo de cualquier reforma fiscal porque enfatiza el esfuerzo reformador en el poder de recaudación de las figuras impositivas sin tener en cuenta la estructura de incentivos que se crea para la actividad comercial, productiva y de consumo.